Les prometió que ese día les haría un gesto y entonces dijo: “todavía puedo hacer taichi con mis amiguitas en la playa”. Y en realidad fueron dos gestos a la vez. Luego hubo más. Y nadie lo sabía. Solo ellas, que sentían la complicidad en la distancia.
Fue un gesto bonito y espontáneo. En ese momento ella sabía que sus amigas tenían puestos todos sus sentidos en aquel instante y que le sonreían. Lo sabía porque esas cosas se saben. Igual que ellas sabían que aquella tarde y a esa hora ella les haría el gesto delante de miles de personas. Miles o millones de personas, y solo ellas sabían de lo que hablaban.
2 comentarios:
Mire... no sé por qué he elegido este trocito de tu blog para hablarte, supongo que saber esto de antes me ha hecho sentir parte del texto, de ti.
Que tus fotos puedan hacer una historia, uf!, ya es lo más. Me encanta, me tiene impresionada, un poco desconcertada, cuantas cosas de ti que aún me quedan por saber.
Sonrio mientras escribo, me hace estar cerca de ti.
TQ.
¡¡Hola amiga!!! ¡¡qué alegría encontrarte por aquí!! Es bonito sorprenderse después de tantos años. Me gusta sentirte cerca y me encanta que sonrías. Yo también lo hago al leerte. No lo olvides. Besitos. TQ.
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