momentos cotidianos

Este espacio ha sido creado para reflejar momentos que pueden ser míos, tuyos o de cualquier persona que los quiera hacer suyos.
Son realidad y son ficción. Son imágenes sugerentes y contextos ocultos para que tú también fantasees y juegues a inventar si te apetece.
Yo quiero compartirlo contigo y será un placer si tú también lo quieres crear conmigo.

31.8.08

vaciar



Un día le contaba su amiga que estaba dejando ir aquello que ya no le servía, aquello que durante mucho tiempo le había acompañado y que ahora ya no lo quería. Se acordó entonces de todo lo que guardaba. Y se acordó de que era mejor dejar pasar sin aferrarse, sin querer tenerlo todo.

Deshacerse de cosas, objetos, recuerdos, incluso de sensaciones, siempre le había ido bien. No recordaba haberse arrepentido en ninguna ocasión. Dejar espacio libre siempre resultaba liberador, y sobre todo, aumentaba las posibilidades de que entrara lo nuevo. Sabía que lo importante permanecía y que no necesitaba hacer nada para lograrlo. Simplemente ocurría.

En la conversación de esa tarde con su amiga recordó esto y entonces le devolvió una sonrisa de complicidad sin palabras. Una sonrisa de agradecimiento porque ese momento le impulsó a vaciar, y a deshacerse ella también de cosas que ya no tenían sentido ni importancia.


29.8.08

preocupación


Un día alguien le dijo: “si te duele el dedo gordo del pie significa que tienes alguna preocupación en tu cabeza”. Pues si, hoy le dolía el dedo gordo del pie y estaba preocupada. Tenía motivos para estarlo.

¿Qué pasaba ese verano? A ella le habían ocurrido algunas desgracias pero es que tenía la sensación de que cada vez que hablaba con alguien conocido de su alrededor le contaba alguna mala noticia. Ayer fueron 3 más, y esta mañana, a las 7, otra. Joder! Andaba pensando en eso porque era como si un mal aire hubiera pasado a ensuciar todo. Bueno, todo no. Mejor dicho, casi todo, porque anoche tuvo una conversación sonriente con alguien que le hablaba con alegría y frescura, y eso no tenía nada que ver con el mal aire.

Y volviendo a pensar en las desgracias se conectó con el apoyo porque siempre era algo para agradecer. El apoyo era importante siempre y en los momentos difíciles más todavía, así que siguió caminando mientras pensaba en esto y en todas las personas de su alrededor. Preocupada y ocupándose al mismo tiempo.




28.8.08

olía a canela



Olía a canela y lo llevaba en el bolso. Se lo había regalado una amiga a la que le gustaba jugar con esencias, licores, texturas, aromas, colores y fluidos.

En muchas ocasiones lo encontraba sin buscarlo. Se lo encontraba en esos momentos en los que una remueve todo lo que lleva en el bolso en busca de algo que una sabe que está pero parece que no quiere aparecer, parece que ha querido esconderse.

Entonces lo cogía con cuidado, lo acercaba suavemente a su nariz, el mundo se paraba, y se sumergía en 6 segundos de placer intenso. ¡Qué eternos podían llegar a ser! Luego, todo continuaba igual, y parecía que ese momento no había existido. Pero ella sabía que si, que luego todo era diferente.






27.8.08

estar y confiar



Durante un tiempo soñaba que el agua se desbordaba. Salía de tal forma que era difícil contenerla. Era tanta y brotaba con tanta fuerza que los intentos por controlarla eran inútiles. Solía inundarlo todo y a veces pedía ayuda tratando de evitar un desastre todavía más grande.

En el sueño de esa noche ocurrió algo distinto que le impactó y le hizo reflexionar al despertarse. El agua se salía sin control y ella, después de un mínimo intento para frenarla, decidió quedarse quieta. Decidió no hacer nada, o mejor dicho, decidió estar, que era mucho. Y entonces el agua dejó de salir. Se paró sola y el desastre que ella imaginó en otros momentos parecidos no llego a suceder. Se cansó de brotar y se agotó porque, como ocurría con casi todo, también ella tenía un final. Y entonces el suelo absorbió el agua derramada de manera natural. Había sido mucho más fácil así.

Al despertarse se dio cuenta de que la clave estaba en estar y confiar.



26.8.08

su talento



Aquel personaje estaba sobreactuando. Y era personaje porque en realidad no tenían ni idea de quien era esa persona. Lo conocieron una noche en la que todos se habían reunido para contemplar las obras de uno de sus amigos. Ese año su amigo había decidido compartir su talento. Fue un riesgo grande y todos se habían alegrado tanto al conocer la noticia, que se sentían impacientes por conocer todo aquello que estaban a punto de descubrir.

En ese instante apareció el personaje. Hizo entonces un despliegue de seducción, invasión y de histrionismo tan impresionante que todos se quedaron casi bloqueados. Estaba pasadísimo de vueltas y fue tal el impacto que les resultó difícil reaccionar a tiempo. Nadie llegó a frenarle. Por un momento no sabían si aquello estaba ocurriendo de verdad o si era una broma. Le habían despedido aquella noche y pensaron que seguramente aquello sería su venganza.

Dejando ese momento desconcertante a un lado, pasaron a disfrutar aquella maravilla que su amigo había decidido compartir. Se quedaron tan impresionados, que todos querían tener a partir de ese momento un trocito de su arte en sus casas.

¡Cuánto había depositado en cada una de sus obras! ¡Cuánta dedicación, mimo, cuidado, fuerza y talento había allí! Y es que él era así, como su arte, cuidadoso, sutil, atento, detallista, respetuoso, observador, prudente, fuerte, inquieto y con agua, aire, tierra y fuego.

Él era siempre así y ese verano lo fue más todavía porque ese verano estaba contento. Ella se quedó durante un largo rato pensando en esto y decidió que en cuanto lo volviera a ver se lo iba a agradecer, porque todos sus detalles habían sido importantes y quería hacérselo saber.



25.8.08

le gustaba fantasear

Le gustaba fantasear. De hecho, lo hacía desde que era bien pequeñita. Y mientras fantaseaba y soñaba despierta se iba muy lejos. Visualizaba los días posteriores, los meses, los años. Lo veía todo. Lo construía todo según deseaba que fuera y se moría de impaciencia de que todo eso llegara ya.

Durante mucho tiempo pensó que hacer aquello era estar soñando con una existencia mejor y que eso no era bueno porque no le permitía sentir todo lo que tenía en su vida del ahora. Pero un día empezó a ver esto de manera muy diferente. Hoy se sentía contenta de haber desarrollado esta capacidad fantástica porque le llenaba de ilusión y alegría. Eso era bonito y no tenía nada que ver con construir realidades inventadas para no ver las de verdad. Veía una y la otra, y se quedaba con las dos.

Un día en la playa una amiga le contó una historia preciosa de amor, y también le contó, casi sin atreverse, lo lejos que se había ido fantaseando con todos los detalles de los acontecimientos deseados. Lo veía todo. Entonces ella le confesó que solía hacer lo mismo y a partir de ese instante de cercanía, las dos supieron que podían confiar, compartieron ilusiones y perdieron la noción del tiempo.

Era una playa llena de gente y ellas tenían la sensación de que no había nadie más alrededor. Luego se trasladaron de lugar y siguió sin existir nadie más en el mundo. Fueron unas horas intensas cargadas de confianza e intimidad, y así, aquel día dejó de ser un día cualquiera y pasó a ser un día muy especial. Fue un día lleno de cuidado, calidez, alegría, complicidades, risas, gozo y luz. Mucha luz.




24.8.08

la pulsera


Desconectarse le resultaba fácil. Era fácil sólo cuando el impacto era demasiado doloroso y profundo. Lo de que era fácil era algo que suponía porque lo cierto era que en el momento que ocurría no notaba nada. No tenía muy claro si era fácil por lo habituada que estaba a hacerlo o simplemente porque era fácil sin más.

Claro que desconectarse no equivalía a que el hecho no ocurriera. Claro que ocurría y además con vía libre para llegar hasta donde le hiciera falta. Y claro que el dolor profundo se quedaba registrado. Lo que sucedía es que eso llegaba más tarde.

Hubo un día en el que le salió el dolor repartido por cada parte de su cuerpo. Fue casi de golpe y durante horas estuvo impresionada y asustada. Durante horas y durante días que se prolongaron hasta que pudo colocar la experiencia en su sitio.

Se le fue entonces el miedo que sentía y experimentó un sentimiento de ternura enorme hacía ella. Una ternura dulce y cálida. Y con esta sensación, además de acariciarse una y otra vez, decidió hacer algo que aprendió no sabía muy bien ni de quien, ni cuando, ni donde, pero que ella misma sugería a los demás hacerlo. Se puso algo en la muñeca para recordar lo que le había pasado. Y desde entonces, cuando percibía alguna señal que tenía que ver con el dolor, de ese que no es necesario experimentar, con una simple mirada a su muñeca, porque ya no le hizo falta ni siquiera aquella pulsera que se puso aquel día, era suficiente para irse en lugar de permanecer.


22.8.08

hasta que fueran viejunas

Una noche se dijeron que hasta que fueran viejunas seguirían reencontrándose. Y sabían que así sería. Fue una noche tomando una cerveza en la terraza de aquel bar donde años atrás habían bailado hasta el amanecer. Llevaban más de 15 años haciéndolo desde el deseo y era mucho lo compartido y lo que habían vivido juntas. Esa sensación era grande. Era algo muy grande.

Sabían que lo que se hace desde el corazón es valioso y permanece, y ellas tenían corazón. Había deseo e ilusión, y podían pasar meses y no importaba porque todas sabían que seguían juntas allá donde estuvieran.

No les hacía falta nada especial. Solo sentir la presencia, aunque fueran solo unos días al año, y el calorcito de tenerse cerca.

Les encantaba hacer sus rituales de verano. Era curioso porque no les hacía falta nada y les pasaban tantas cosas con las que reían una y otra vez, que a veces les parecía increíble. Siempre pasaba algo nuevo y divertido. Y ese algo surgía solo. Así, de repente. Les ocurrían miles de cosas sorprendentes, surgidas en un segundo de la nada. Y seguramente surgían porque realmente no esperaban que ocurriera nada.



21.8.08

se pasó




Una sabia compañera de viaje le dijo en una ocasión: “las personas controladoras necesitan tiempo para confiar”. Así de sencillo y profundo. Aquello era verdad. Era tan cierto que cada vez que se encontraba con alguien de estas características se acordaba de esa frase y la confirmaba una y otra vez.

Hoy se estaba acordando de alguien con quien también había confirmado esta frase. Esta persona necesitaba un tiempo extra. Era rígida, pero que muy rígida. Incluso, en algunas ocasiones, rozaba los extremos de la rigidez. Estaba claro que quien más se resentía de esta falta de flexibilidad era ella, pero no solo ella porque su necesidad de control unida a su rigidez le impulsaban a hacer ciertos actos que repercutían a los de su alrededor. A veces, las consecuencias se le escapaban y así, parecía que sin querer, andaba jodiendo al mundo con la intención de mantener su interior sin alterar. Claro que esto le solía salir fatal, porque luego, cuando las consecuencias se volvían en su contra entonces si que se alteraba. Se inquietaba de tal forma que no sabía ni que hacer con eso porque no estaba acostumbrada a manejar el descontrol.

A ella, en uno de esos actos, le había jodido. Y no sólo a ella. En ese momento se quedó pensando que ésta, además de tiempo, seguramente necesitaría otras cosas para poder estar al lado de los demás.

20.8.08

suficiente


Aquel día fue importante. No recordaba haberse parado antes a prestarle atención al concepto de suficiente. Desde ese momento, su voracidad, su ambición, y sobre todo, su tenacidad y su persistencia agradecieron su presencia.

19.8.08

un gesto


Les prometió que ese día les haría un gesto y entonces dijo: “todavía puedo hacer taichi con mis amiguitas en la playa”. Y en realidad fueron dos gestos a la vez. Luego hubo más. Y nadie lo sabía. Solo ellas, que sentían la complicidad en la distancia.


Fue un gesto bonito y espontáneo. En ese momento ella sabía que sus amigas tenían puestos todos sus sentidos en aquel instante y que le sonreían. Lo sabía porque esas cosas se saben. Igual que ellas sabían que aquella tarde y a esa hora ella les haría el gesto delante de miles de personas. Miles o millones de personas, y solo ellas sabían de lo que hablaban.