momentos cotidianos

Este espacio ha sido creado para reflejar momentos que pueden ser míos, tuyos o de cualquier persona que los quiera hacer suyos.
Son realidad y son ficción. Son imágenes sugerentes y contextos ocultos para que tú también fantasees y juegues a inventar si te apetece.
Yo quiero compartirlo contigo y será un placer si tú también lo quieres crear conmigo.

1.2.09

el sentido profundo




Un día del mes de noviembre le contó que en navidades se iba a India, y él, que conocía bien aquel lugar tan especial, le dijo cuando se despidieron: “que encuentres en India lo que necesitas”. Y así fue. Lo encontró sin buscarlo porque en realidad no fue a buscar nada a ese lugar sino solo a estar.

Encontró muchas sensaciones y experiencias anheladas desde hacia tiempo y encontró muchas preguntas que tardaría tiempo en contestar. Volvió impactada y con una sensación enorme y profunda que quería dejar reposar, sentir, saborear, masticar… Sabía que poco a poco se irían configurando muchas de esas preguntas y sensaciones ahora abiertas.

A la vuelta se volvieron a encontrar y compartieron como habían sido sus viajes. Él le contó como fue el suyo cuando estuvo allí hace unos años y sintieron esa complicidad de cuando una sabe que habla de algo que el otro conoce.
Ayer le regaló este poema precioso que hablaba de una de las sensaciones que estuvieron compartiendo, de algo que ella tuvo la oportunidad de experimentar allí con aquellas mujeres y aquellos bebés. Porque en India se conserva el sentido profundo de las cosas, porque se habla y se alimenta a la piel y porque la mirada y los brazos sostienen con una seguridad, fuerza, delicadeza y cuidado impresionante. ¡Qué amor más profundo y qué sabiduría de la existencia!

Shantala

Las semanas que siguen al nacimiento
son como la travesía de un desierto.
Desierto poblado de monstruos:
las sensaciones nuevas que
desde adentro
se lanzan al asalto del cuerpo del niño.

Después del calor del seno materno,
después del loco abrazo que es el nacimiento,
la soledad helada de la cuna.
Y luego surge una fiera,
el hambre,
que muerde al bebé en las entrañas.
Lo que enloquece al desdichado niño

no es la crueldad de la herida.
Es su novedad.
Y esa muerte del mundo circundante
que le da al ogro
proporciones inmensas.
¿Cómo calmar tal angustia?
¿Alimentar al niño?

Si
pero no solamente con leche.
Hay que tomarlo en brazos.
Hay que acariciarlo, acunarlo,
y masajearlo.
Hay que hablar a la piel del pequeño
hay que hablarle a su espalda

que tiene sed y hambre igual que su vientre.

En los países que han conservado el sentido profundo de las cosas
las mujeres saben todavía todo esto.

Aprendieron de sus madres,
enseñaron a sus hijas
este arte profundo, simple
y muy antiguo
que ayuda al niño a aceptar el mudo
y lo hace sonreír a la vida.

Frederic Leboyer








2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me han encantado estas imágenes por que me devuelven a la madre naturaleza, me encanta como maneja la madre a su hijo, desde el contacto pleno, seguro y libre... un contacto real cercano a nuestros orígenes, sin tanto impedimentos, como las sillitas, las bañeras, los carritos, la ropa en abundancia...

Observo todo un ritual desde la presencia y el disfrute

VaNiuSha dijo...

Que hermosa travesía!