
Steven Gutstein dice que las personas tenemos relaciones instrumentales y tenemos también relaciones compartidas. Tenemos de las dos y entre ellas existen varias diferencias.
En las relaciones instrumentales no nos importa quien está al otro lado. Lo que importa es el objetivo que queremos conseguir y la persona que lo lleva a cabo se puede cambiar. Por ejemplo, si voy a comprar el pan me da igual quien sea la persona que me lo venda, lo que importa es que alguien me atienda en ese momento. No me interesa la persona, me interesa mi objetivo. Además, las relaciones instrumentales son previsibles, podríamos ensayarlas y es como si tuvieran un guión ya programado.
Sin embargo, en las relaciones compartidas lo que nos importa es la persona y ésta no se puede sustituir. Cada persona es única y especial, y lo más importante aquí es que la persona no puede ser sustituida porque hay un vínculo afectivo. Si por ejemplo quedo con mi amiga para hablar, da igual donde vayamos y lo que hagamos porque lo que importa es que es ella, y que vamos a compartir una conversación. Además, las relaciones compartidas no son previsibles, sino que se co-crean.
Llega un momento temprano en la vida en el que los niños y las niñas empiezan a ser capaces de tener relaciones compartidas y eso es algo maravilloso porque significa que han aprendido a construir vínculos afectivos significativos. Cuando una niña quiere jugar con su amiguita y se enfada si no puede jugar ese día con ella es buena señal porque esto quiere decir que ha pasado de crear relaciones instrumentales (donde el objetivo sería jugar y le daría igual con quién) a construir relaciones compartidas (quiere jugar con su amiguita y su amiguita no se puede sustituir).
Aunque en nuestra sociedad abundan cada vez más las relaciones instrumentales, acorde con esa filosofía moderna de usar y tirar, lo deseable sin duda es desarrollar cuantas más relaciones compartidas mejor. Es lo deseable, lo saludable y lo satisfactorio porque las personas necesitamos de las personas para vivir. Hay niños y también adultos que tienen dificultad para crear este tipo de relaciones y eso suele ser un problema porque normalmente tiene como consecuencia la soledad o el aislamiento. Lo bueno es que esto es algo que se aprende y también se puede desarrollar.
Ella hoy había tenido una experiencia de relación compartida, o lo que es lo mismo: había disfrutado del encuentro con esa persona, y había tenido que ser esa porque justo en ella estaba pensando para compartir ese momento. Hacia tiempo que no se veían y había sido breve, aunque suficiente para experimentar el afecto que sentía hacia ella.
En las relaciones instrumentales no nos importa quien está al otro lado. Lo que importa es el objetivo que queremos conseguir y la persona que lo lleva a cabo se puede cambiar. Por ejemplo, si voy a comprar el pan me da igual quien sea la persona que me lo venda, lo que importa es que alguien me atienda en ese momento. No me interesa la persona, me interesa mi objetivo. Además, las relaciones instrumentales son previsibles, podríamos ensayarlas y es como si tuvieran un guión ya programado.
Sin embargo, en las relaciones compartidas lo que nos importa es la persona y ésta no se puede sustituir. Cada persona es única y especial, y lo más importante aquí es que la persona no puede ser sustituida porque hay un vínculo afectivo. Si por ejemplo quedo con mi amiga para hablar, da igual donde vayamos y lo que hagamos porque lo que importa es que es ella, y que vamos a compartir una conversación. Además, las relaciones compartidas no son previsibles, sino que se co-crean.
Llega un momento temprano en la vida en el que los niños y las niñas empiezan a ser capaces de tener relaciones compartidas y eso es algo maravilloso porque significa que han aprendido a construir vínculos afectivos significativos. Cuando una niña quiere jugar con su amiguita y se enfada si no puede jugar ese día con ella es buena señal porque esto quiere decir que ha pasado de crear relaciones instrumentales (donde el objetivo sería jugar y le daría igual con quién) a construir relaciones compartidas (quiere jugar con su amiguita y su amiguita no se puede sustituir).
Aunque en nuestra sociedad abundan cada vez más las relaciones instrumentales, acorde con esa filosofía moderna de usar y tirar, lo deseable sin duda es desarrollar cuantas más relaciones compartidas mejor. Es lo deseable, lo saludable y lo satisfactorio porque las personas necesitamos de las personas para vivir. Hay niños y también adultos que tienen dificultad para crear este tipo de relaciones y eso suele ser un problema porque normalmente tiene como consecuencia la soledad o el aislamiento. Lo bueno es que esto es algo que se aprende y también se puede desarrollar.
Ella hoy había tenido una experiencia de relación compartida, o lo que es lo mismo: había disfrutado del encuentro con esa persona, y había tenido que ser esa porque justo en ella estaba pensando para compartir ese momento. Hacia tiempo que no se veían y había sido breve, aunque suficiente para experimentar el afecto que sentía hacia ella.