momentos cotidianos

Este espacio ha sido creado para reflejar momentos que pueden ser míos, tuyos o de cualquier persona que los quiera hacer suyos.
Son realidad y son ficción. Son imágenes sugerentes y contextos ocultos para que tú también fantasees y juegues a inventar si te apetece.
Yo quiero compartirlo contigo y será un placer si tú también lo quieres crear conmigo.

21.9.08

princesa


Hoy alguien le había vuelto a llamar princesa. Le encantaba escuchar esto porque le gustaba sentirte princesa por un momento. Para siempre y para todo princesa no. Eso no. En ningún caso. Para un momento si.

Porque las princesas te pueden gustar o no, pero en cualquier caso ser una princesa es ser alguien especial. Y escuchar que alguien le llamara princesa era escuchar que en ese momento era especial para esa persona. Le hacía sentirse así por un instante y eso le hacía sonreír. Por eso le gustaba que, de vez en cuando, alguien le llamara princesa.


18.9.08

barcelona


Barcelona y Ámsterdam pertenecían a la lista de sus ciudades favoritas. Estocolmo también. En Barcelona eran bonitas hasta las baldosas del suelo. En esto andaba pensando mientras paseaba por aquellas calles con una sensación agradable de familiaridad.

Hacía tiempo que no andaba por allí y le gustó experimentar de nuevo esa sensación de reconocer, volver a contemplar lugares tan especiales y volver a encontrarse con esos rincones preciosos y llenos de encanto. Barcelona era así. Bonita, bonita, bonita. En este último viaje se volvió a enamorar de esa ciudad sorprendente y llena de estímulos realmente interesantes.

Por allí había pasado muchas veces y durante muchos años, y todos esos viajes los tenía guardados en su cajita de momentos de vida preferidos. Ese día se encontraba en aquella casa donde nació parte de su familia y se dio cuenta de que allí sonreía su corazón. En aquella casa nació su padre y eso, era una razón más que suficiente para que Barcelona fuera la primera de la lista de sus ciudades favoritas.


7.9.08

la naturaleza


Aquel día la naturaleza les hizo regalos preciosos. La naturaleza tiene esas cosas, te da sin que le pidas y de repente te sorprende con una estrella fugaz, un eclipse de luna o un suave movimiento del mar.

“¿Cómo podía ser?” - pensó en voz alta. ¡Era tan bonito! La belleza de ese momento le dejó alucinada. Estaba impactada de tal forma que solo podía contemplar sin despegar ninguno de sus sentidos de aquella sensación. A veces le ocurría esto, contemplar la belleza le conmovía. Se quedó quieta saboreando aquel momento y pensó que la vida era hermosa.



5.9.08

trapito




- “¿Tu te has sentido alguna vez trapito?”- Decir “trapito” equivalía a decir trapo viejo, sucio y roto. Era lo mismo. – le preguntó con curiosidad. Su amiga le miró sorprendida y se puso a reír. Entonces le contagió su risa, y su rostro serio y apagado pasó a reír sin parar. Eso también formaba parte del estado trapito. Era cansancio y vulnerabilidad, y era risa floja que se desencadena con cualquier estímulo que difícilmente en otro momento parece tan gracioso.

Ella a veces se sentía así. No tenía ni idea que le iría por dentro a un trapito si pudiera estar vivo. Y la verdad es que tampoco le importaba porque tenía la certeza de que si así fuera se sentiría como ella. No se podía explicar muy bien y tampoco hacía falta porque la palabra “trapito” describía a la perfección aquel estado de una sensibilidad extrema.

Lo bueno fue que, después de las risas compartidas, el trapito pasó a estar menos viejo, menos sucio y mucho menos roto.




4.9.08

las orejas

En una ocasión, un sábado de hacía varios años atrás, había tenido la oportunidad de observar detalladamente muchas orejas distintas. Debían ser entre 18 y 22. En aquel momento descubrió lo distintas que podían llegar a ser. Eran lo mismo y no se parecían en casi nada. Aquello le impactó.

Hoy estaba pensando en las mil formas que había de escuchar y se acordó de aquello. De repente pensó que a lo mejor la diferencia en las orejas tenía algo que ver con la diferencia en las maneras de escuchar. Le parecía una relación un tanto absurda, pero como ella se divertía haciendo este tipo de asociaciones desde la ignorancia y sin ningún respaldo científico, decidió crear aquella teoría que para ella a partir de ese momento sería válida.

Con el tiempo había aprendido a discriminar entre los diferentes tipos de escucha y había aprendido a elegir cual necesitaba en cada momento. Aún así algunas veces parecía que ese aprendizaje desaparecía y entonces se equivocaba. Suerte que era solo algunas veces.

Ayer por la mañana le pasó. No fue nada grave, aunque si importante porque después de equivocarse decidió que a partir de ahora se iba a fijar más en las orejas.




3.9.08

tenían rituales


A ellos les gustaba repetir los mismos momentos cada año. Sobre todo, a quienes más les gustaba era a ellas. Eran rituales de esos que se eligen, de esos que no hace falta hacer. Rituales de esos que se hacen a gusto y que dan satisfacción, de esos que no generan inquietud ni desasosiego, de esos que sabes que si no los haces no pasa nada porque seguramente el próximo año volverán a tener su oportunidad.

Era obvio que cada año había matices diferentes o incluso muy diferentes, y al mismo tiempo había muchas cosas iguales en esas situaciones. Se repetían recuerdos y conversaciones, y volver a escuchar aquello les hacía sentir que pertenecían a esas historias, que formaban parte de trocitos de vida compartidos. Eso les alimentaba y reían. Reían mucho por lo pasado y porque en cada uno ocurría algo sorprendente que quedaría registrado para recordar el siguiente año, y el siguiente, y el siguiente. Estaban convencidos de que así sería porque eso les alimentaba y les llenaba de tal forma que ninguno se lo quería perder.

Cada año se añadía algún momento nuevo y otros se quedaban sin repetir. Y lo mejor de todo era que fuera como fuera todo estaba bien.


2.9.08

la playa

Definitivamente estar en la playa le sentaba mejor que bien. No tenía muy claro si era el sol, el sonido del mar, la vista del agua, la brisa salada o el contacto con la arena. Igual era todo a la vez. La verdad es que la razón le daba lo mismo. No necesitaba saberla.

La otra noche le contaron que el mar tiene unos iones que compensan y equilibran los de la tierra y que por eso estar junto al mar sentaba bien. No recordaba exactamente como era esa teoría de los iones pero vaya, era algo así. Seguramente sería cierto porque la playa le conectaba con la sensación de armonía, pero no solo eso. Últimamente estar en la playa le sentaba mejor que bien porque estar una hora allí era como meterse un chute de vitalidad, ilusión y energía brutal.

Hoy lo había vuelto a experimentar. Aunque claro, lo mejor de hoy había sido la compañía que había tenido durante esa hora en la playa.